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|\UG 2 8 1929

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boletín

DE LA

ACADEMIA N

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DE CIENCIAS

EN CÓRDOBA (REPÚBLICA ARGEXTIXA)

Tomo VIII, Entrega,

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BUENOS AIRES

IMPRENTA DE PABLO E. CONI, ESPECIAL PARA OBRAS

60 ' CALLE ALSINA 60 18SS

ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS

DE LA

REPÚBLICA ARGENTINA (EN CÓRDOBA)

PROTECTOR

S. E. el Presidente de la República, Teniente General D. JULIO A. ROCA

PRESIDENTE HONORARia

S. E. Ministro de Justicia, Culto é instrucción Pública, Dr. D.Eduardo WILDE COMISIÓN DIRECTIVA

PRESIDENTE Dr. D. Osear Doering

VOCALES

Dr. D. Luis Brackebusch. Dr. D. Adolfo Doering^.

Dr.D. Arturo de Seelstrang. Dr. D. Federico Kurtz.

SECRETARIO D. P. A. Conil

AGENTES DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS

Agente general: Librería de G. Deuerlich en Gottingen (Alemania^ Agentes: Buenos Aires, D. Ernesto Nolte, calle Cangallo.

Paris, Mr. H. Le Soudier, Libraire, Boulevard St. Gormain 174 et 176.

London. Messrs. S. Low and C°,Bookseners, 188 Fleot-Str. E.C.

BOLETÍN

DE LA

ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS

EN CÓRDOBA (Rkpúulic.v AncüNTiNA)

AUG 2 8 1929

boletín

DE LA

ACADEMIA NA

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Ui

DE CIENCIAS

EN CÓRDOBA (UEPCBLÍCA ARGENTINA)

Tomo VIH

BUENOS AIRES

IMPRENTA DE PABLO E. CONI. ESPECIAL PARA OBRAS

60 CALLE ALSINA 60

1885

NUEVOS RESTOS

DE

MAMÍFEROS FÓSILES OLIGOCENOS

RECOGIDOS POR EL PROFESOR PEDRO SCALABRIXI Y PERIEXECIENTES AL MUSEO PROVINCFAL DE LA CIUDAD DEL PARANÁ

Por FLOREXTIXO AMEOHIXO

AMECEDEMES

l.as barrancas de los alrededores de la ciudad del Paraná constituven paríi el conocimiento de los seres de la época terciaria, uno de los yacimientos fosilífcros mas interesantes de la República Argentina, y para el estudio especial del desarrollo de ciertos órdenes, probablemente uno de los mas importantes del mundo entero.

Hállanse representadas allí casi todas las capas de los ter- renos terciarios, y encierran en su seno numerosos restos de los seres que \ivieron durante el largo espacio de tiempo qu-* necesitó su formación, tanto marinos, como tlu\iales y ter- restres, desde el coral, hasta los mamíferos mas corpulentos.

Los primeros esploradores del Paraná, fueron nada menos que Darwin y D'Orbigky, quienes hicieron allí colecciones

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notables, sobre todo de moluscos, que sirvieron desde un principio parcí fijar aproximativamente la edad de esas capas. Luego viüo BiiAVARu que estudió dichas formaciones con mavor detención auuientando considerablemente la lista de sus fósiles, encontrando en ellas los primeros restos de ma- míferos; y BuRMEisTER que agregó algunos datos mas á los recogidos por Darvviin y D'Ohbignv, tratando de servirse de ellos para referir los terrenos [)repanipeanos de las barran- cas del Paraná á la época pliocena.

Pasaron después cerca de 20 años sin que ningún natura- lista volviera á visitar esas barrancas, ni nadie se preocu- para ya de hacer colecciones ó investigaciones tendentes á indagar que eran esos enigmáticos Anoplotherium, Paleo- therium y Megarnys que el malogrado Bravard decía haber encontrado en esos yacimientos. Ni tampoco se encontró quien sometiera á examen las opiniones sin duda respetables del doctor BuRMEiSTER, pero que, tenian el grave defecto de pretender referir toda esa gran serie de capas á la época plio- cena, sin tomar evidentemente en cuenta los trabajos y con- clusiones á que habian arribado sus predecesores Darvviin y D'Orbig]\\. y su contemporáneo Bravard.

L'n nuevo paso hacia adelante en Ja senda del progreso y de la ilustración de los pueblos viuo á sacar del olvido los yacimientos del Paraná,

Hace unos 12 ó 14 años el Gobierno iSacional convencido de que el único medio de entrar de lleno en el camino del pro- greso y poner término á la era de los disturbios y de los cau- dillos vulgares era la d ilusión de la enseñanza en las masas, se decidió á crear escuelas nortnales en todos aípiellos puntos de la República donde lo exigieran las necesidades de la enseñanza, noble y patriótica tarea continuada por el Go- bierno actual con el mavoi- euq)eño .

Uno de los resultados inmediatos de esa nueva vía en que decididamente entraban los Poderes Públicos, fué la creación de la Escuela rVormal del Paraná, actualmente uno de los

primeros establecimientos de educación de la República en su género .

En el personal docente con que se dotaba al nuevo esta- blecimiento, iba el profesor Pkdiío Scalabrim, quien allí, además de sus tareas profesionales, debia encontrar un nuevo campo en que desplegar su actividad, en el (jue está sin duda destinado á desempeñar un brillantísimo papel .

Con el ojo certero del hombre pensador comprendió al instante la alta importancia científica dee^a sucesión de capas atestadas de restos orgánicos petrificados que constituyen las barrancas del Paraná . Propúsose reunir los materiales necesarios para su estudio ; procuróse lo que se habia escrito sobre la localidad, y empezó á coleccionar durante varios años las múltiples variedades de fósiles (¡ue encierran las mencionadas capas.

Mientras el señor Scalaiíium estaba empeñado en esa tarea, aparecían algunos trabajos sobre la geología de deter- minadas regiones de la República, que tuvieron por conse- cuencia inmediata una reacción sobre las ideas entonces corrientes, relativas á la corta antigüedad geológica de cier- tas formaciones sedimentarias del Plata en su mayor parte representadas en las barrancas del Paraná.

Fué una de ellas mi Formación Pampennn, publicada en los primeros meses del año 81, en la que demostré con sólidos argumentos que, la formación pampeana, lejos de ser como se decia de época geológica muy reciente, de correspon- der á los terrenos cuaternarios mas modernos, era en su conjunto terciaria y representaba por completo la serie de los terrenos terciarios superiores designados con el nombre de pliocenos.

Una vez demostrado que la formación pampeana cor- respondía ala época en que se pretendía justamente colocar las formaciones marinas de las barrancas del Paraná, estas que se encuentran debajo del terreno pampeano y que es in- discutible corresponden á una época geológica mas remota,

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lio podian ja considerarse como pliocenas; y aunque yo no las coiiocia personalmente, después de pasar en revista lo que sobre ellas se habia escrito, de examinar los fósiles que en ellas se hahian encontrado y su posición estratigráfica con relación á las capas mas modernas llegué á la siguiente conclusión ; que Ins formaciones prepampe3.na.s de las barrancas del Paraná eran por lo menos rnioce- nas.

Un año después aparecía el notable trabajo del doctor Adolfo DoEULNG conteniendo ia parte geológica del /?i/brn?e Oficial de la Comisión Científica de la Expedición al Rio Xegro, en el que por pr¡moia\ez se encuentra una cla- sificación cronológica, una verdadera a.ticulacion completa, por decirlo así, de las formaciones sedimentarias de la Repú- blica Argentina, á partir del cretáceo superior hasta la época actual.

En este informe, el autor llega á conclusiones todavía mas radicales que las mias. Pudo determinar la relación déla época glacial con la formación pampeana, encontrando que esta era preglacial, jjor cuya razón, como yo lo había demos- trado, basado en otros hechos, debia ser considerada como jdiocena. Pero encuentra debajo de esta capa una serie de formaciones arenosas, mas modernas que las formaciones marinas del Paraná, que naturalmente deben representarlos terrenos miocenos, de donde deduce, que aquellas capas conocidas en su conjunto con el nombre de formación pa- tagónica representaban los terrenos terciarios anteriores al mioceno, probablemente toda la larga serie de los terrenos eocenos y oligocenos.

Examinando luego el conjunto de esas formaciones, las encuentra referibles á tres horizontes distintos, uno inferior o eoceno, de origen marino, caracterizado |)or la Ostrea Fer- rarisi í)T)ri$. Uno intermediario de origen terrestre ó lluvial, pero en todo caso de agua dulce, correspondiente al oligoceno inferior y caracterizado esj)ccialmentc j)or huesos

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de mamíferos, tortugas, cocodrilos y pescados de agua dulce, Y otro superior, de origen marino, caracterizado por la Ostrea, patagónica D'Orb. que representaría el oligoceno su- perior.

En su conjunto, encontrábanse Confirmados los primeros trabajos de Daiiwin y DOubig^v en lo (jue se refiere á la colocación cronológica de esos yacimientos, quedando así completamente destruidas las afirmaciones inconsistentes, puesto que no estaban fundadas sobre ningún orden de beclios aducidas en contra de la antigüedad de esas capas por el doc- tor Blrmkisti:r .

Fué en esos momentf>s que el señor Scalabrim se deci- dió á romper su silencio, poniéndose en relación con los naturalistas de los distintos paises, por medio de circulares en las que pedia canges do duplicados, ofrociendo por su ])arte ejenqjlares de los fósiles del Paraná determinados por DOiiBiGiW, Dauwi.\, Bravarü y Blrmkister. Trasla- dóse además á Buenos Aires, llevando consigo algunos de los objetos por él recogidos que consideraba de mayor iuqiortan- cia, para pedir á su respecto la oj)inion de las personas qne allí se ocupan de su estudio.

Entre esos objetos venían varios restos de mamíferos que el señor Scalabrím suponía correspondían á los pretendidos Anoplotherium Cuv, y Palaeotheriinn Civ. queBRAVARD liabía citado como encontrados en los yacimientos del Paraná y que desde hacia tantos años intrigaban a los paleontó- logos.

El primer examen que hice de esas piezas me pareció con- firmar tal opinión. Esos eran sin duda los restos de los ani- males que Bravard había identificado con los dos géneros clásicos europeos. Pedí al señor Scalabrim me reservara el estudio de esos objetos y de los demás mamíferos fósiles que encontrara en el Paraná, accediendo á pedido con la mayor amabilidad, dejando en mi poder la pequeña colección que había traido consigo, que describí en una

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corta noticia publicada en los primeros meses del año pa- sado K

Pocos meses después, remitíame una segunda colecciou, mas completa fpie la primera, qne describí en nna memoria bastante estensa, publicada en el mes de Setiembre del mis- mo año '^. /

En esos dos trabajos demostré, que los restos de mamífe- ros que BRAVARohabía atribuido á los géneros Paíaeoí/ieí'iinn y Anoplotheriuní pertenecían á dos géneros americanos dis- tintos de aquellos, con los que sin embargo tenian efectiva- mente algunas analogías, sobre todo por los caracteres de la dentición, tanto que con los pequeños fragmentos que ]5ra- VARD habia encontrado, no era posible establecer una distin- ción genérica entre los géneros europeos y los géneros aparentemente correspondientes del Paraná que designé con los nuevos nombres de Sculabrinitlierium, BrRchythe- rium y Oxyodontherium .

En cuanto al conocimiento del resto de la fauna mamalogi- ca, determiné varios roedores, entre ellos los restos del gigantesco y hasta entonces enigmático Megamys Laur., y distintas otras especies y géneros particularmente de la fa- milia de los toxodontes y del orden de los edentados, que generalmente eran considerados como animales de é|)0ca

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geológica relativamente moderna,

Del examen en conjunto de esa fauna mamalógica, en cuanto á su evolución y á sus afinidades llegué á la conclu- sión de que ella autorizaba suficientemente la remota edad

^ Flokentino Ameghimo. Síjhre unn colección de viamíferos fósiles del piso mesopoldinico de la forruacion patagónica, recnijidos en las barrancas del Paraná, por el profesor Pedro Scalabrini. En el Bol. de la Acad. Nac. de Cieñe, t. V, iiiio 1883.

" F. Ameguino. Sobre una nueva colección de mamíferos fósiles recogidos por el profesor Scalabrini en las barrancas del Paraná. Tai el Bol. de la Acad. Nac. de Cieñe, t. V, año 1883.

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geológica que todos los naturalistas á escepcion del doctor BüRMKiSTER atribulan ó habian atriliuido ala formación pata- gónica .

Después de la publicación de esos trabajos el profesor ScALABRiM lia continuado con el mayor ahinco sus investi- gaciones recogiendo incesantemente nuevos ejenn)lares . La importancia de esos objetos se hizo del dominio publico, y empezó hablarse de la conveniencia que liabria para los intereses de la ciencia en general y para el buen nombre y el papel futuro-de la que acababa de ser designada como capital de la rica y próspera provincia de Entre-Rios, en formar un museo provincial en donde se reunieran todos los materia- les de estudio que se pudieran conseguir . El profesor Scala- BiiiM ofreció su concurso personal y todo el material que á fuerza de constante desvelo liabia conseguido leunir. El progresista gobernador de Entre-Rios, general don Edlaudo Rackdo que había seguido este moviniieulo científico con notable interés, se dio exacta cuenta de la importancia del proyecto y de las reales ventajas que reportarla, y por decre- to del 14 de Febrero del corriente año se creaba el Museo Provincial del Paraná, dándole por base las colecciones del señor Scalaurini que ha quedado á cargo del nuevo estable- cimiento en calidad de Director, dotándolo del personal y de los elementos necesarios para proseguir con fruto las inves- tigaciones emprendidas por el esfuerzo individual del actual Director del Museo .

El paso dado en este caso por el gobernador de Entre- Rios, General don Eduardo Racedo, es digno del may(>r elogio y debería ser imitado por los gobernadores de las demás provincias fundando museo» provinciales en las res- pectivas capitales, pues ya ha pasado el tiempo en que estos eran un simple objeto de lujo y de curiosidad en los que se iba á distraer la vista sobre monstruos de dos cabezas, ó pie- dras que representaban con un poco de buena voluntad todo lo que en ellas deseaba verse .

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En el dia, los museos constituven una de las grandes pa- lancas queimpnlsan rápidamente hacia el progreso ilustrando á las masas, sirviendo de laboratorio de las ideas á las personas ilustradas, en donde se dilucidan no tan solo los grandes problemas filosóficos del siglo que relacionándose íntimamente con nuestra posición en el Cosmos han conmovi- do á la humanidad, sino también aquellas cuestiones mas positivas que se relieren á las riquezas naturales de una región proporcionando los conofimientos indispensables á su esplotacion, contribuyendo de esle modo de una manera decisiva no solamente al progreso intelectual sino también al progreso material, cuyo justo equilibrio es indispensable al desarrollo de la industria, de la prosperidad y del bienestar general.

En este sentido, bago votos porque el ejemplo de la pro- vincia deEntre-Eios sea seguido por las demás de la Eepú- blica, y que en breve, cada una de las 14 capitales tenga igualmente su museo provincial destinado á conservarlos objetos indispensables al exacto conocimiento de su territorio bajo el doble punto de vista indicado.

En cuanto al >fuseo provincial del Paraná, dosde el dia de su creación no ha cesado de aumentar sus colecciones, ya por medio de las donaciones hechas por distintas personas incluso el general Ra«:edo, ya por medio de escursiones de los empleados del museo, que se i-epiten regularmente en nú- mero de tres ó cuatro mensuales.

Tiempo hacía ya que deseaba visitar la ciudad del Paraná con el objeto de examinar las colecciones que allí se habian reunido complementando en algo mis precedentes trabajos sobre los mamíferos fósiles de la localidad, y de estudiar los clásicos yacimientos en que se habian recogido dichas colec- ciones.

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Por fin se me presentó ocasión oportuna para satisfacer mi deseo, trasladándome al Paraná en los primeros dias del mes de Octubre último. Visité las barrancas de los alrede- dores, repelidas veces, á menudo acompañado por el mismo señor Scalabriisi, y sobre lo único que no puede absoluta- mente existir duda alguna, es sobre la gran antigüedad geológica, oligocena ú eocena superior atribuida á esos yaci- mientos. En cuanto á sus subdivisiones, al modo de forma- ción de sus distinttis partes y demás detalles que conciernen á su completo conocimiento, me veo en la obligación de confesar que á pesar de haber per'manecido allí una semana, no me he ni siquiera podido formar una idea, apareciéndome el estudio de esa formación mucho mas conqilicado que no lo suponía al leer las descripciones que de ella se han hecho. Creo, que habría llegado el momento de rehacer su estudio por completo, y quizc'is lo intente, sí, como espero, puedo llegar á disponer de unos dos ó tres meses para esplorar las mencionadas barrancas en toda su lonuitud.

l'or lo tpie á las colecciones del museo se refiere, ellas fueron puestas á mi desposicion con la mayor liberalidad y deferencia, proporcionándoseme todos los datos que para su conocimiento podian serme de utilidad.

Las colecciones paleontológicas allí reunidas son ya tan numerosas, que su exacta determinación y descripción se- ria casi suficiente para ocupar la vida de un naturalista. Los mamíferos fósiles están representados por mas de sesenta especies distintas de las que conocemos de los terrenos pampeanos; los restos de reptiles del orden de los cocodrilos y de las tortugas, lo mismo que los de pescados, están re- presentados por millares de ejemplares, y de moluscos hay una colección, como aun no se ha hecho otra igual en esos yacimientos.

El objeto de mi ^iaje, como lo dije hace un instante, era estudiar principalmente los mamíferos, pero me encontré con un material mucho mas considerable de lo que yo me

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esperaba, y que para su exacta determinación, ofrece dificul- tades verdaderamente escepcioiíales.

Las piezas que se encuentran en esos yacimientos, aunque en su máxima parte se hallan en muy buen estado de conser- vación siendo raras las que han sido rodadas y han perdido las formas esternas, son siempre piezas sueltas, dientes ais- lados, fragmentos de mandíbulas, y huesos de todas clases, sin que nunca haya llegado á mi conocimiento que se hayan encontrado dos piezas articuladas, de modo que en ningún caso se puede afirmar que dos de ellas pertenezcan á un mismo individuo.

En tales condiciones, y á pesar de lo que se ha dicho de la ciencia del gran Cüvier, se tropieza en este caso, con gran- des dificultades. Tratándose de familias representadas por varios géneros muy cercanos, mas ó menos del mismo tama- ño, y cada género con varias especies, todas ellas conocidas solo por determinadas partes del esqueleto, ¿cómo poder distinguir los huesos que pertenecen á cada género y á cada especie?

Para probarlo, no quiero citar mas que un ejemplo. Cin- cuenta años ha, el célebre DOrbigky desenterraba de las bar- rancas del Paraná, el húmero de un gran mamífero que, llevado á Paris, en donde se conserva en las galerias paleon- tológicas del Jardin de Plantas, fué clasificado por su ilustre conteponuieo y colaborador Laurillard, como perteneciente á un Toxodon, género que entonces acababa de ser descri- to por OwEN, del que no se conocía mas que una especie, T. Platensis 0\v. de los terrenog pampeanos, y procedien- do el húmero rccojido por D'Orbigny de un horizonte mas antiguo, fuéle permitido atribuirlo á una nue\a especie que denominó T. Platensis Lalr.

Hoy no solo conocemos varias especies de toxodontes pam- peanos, sino que en los ndsmos yacimientos del Paraná, hay por lo menos tres especies nuiy distintas: una nuiy parecida por la forma de sus muelas á los toxodontes pampeanos, la

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que siendo en un principio la única por mi conocida como procedente de esos yacimientos identifiqué con el P. Para- nensis de Laurillakd; y otra descubierta últimamente, T. Plicidens Amegh. cuyas muelas son de una forma muy dis- tinta. ¿A cuál de esas dos especies perteneció el húmero des- crito por Laurillakd? Mas aun: en los mismos yacimien- tos hay otro toxodoute, mas ó menos del mismo tamaño, pero con bastantes caracteres distintivos, para formar un sub- género aparte, Toxodontherium Amegh. y también el hú- mero en cuestión podria pertenecer á este animal, y á una de las dos especies de toxodontes arriba mencionadas. Y todavía quedarían nuevas dudas : en los nuevos restos que VOY describir, hav otras dos muelas de un animal también parecido al toxodonte, igualmente mas ó menos del mis- mo tamaño pero de caracteres tan diferentes que obligan á fundar con él un nuevo género, Hapíodontheriuin Amegh. que quizás también esté representado por varias especies. ¿Quién se atrevería á decir que el tal húmero no pertenece á una especie de este género, en vez de pertenecer á una especie de toxodonte ó á una especie de toxodonterio? O ¿ quién se atreverla á afirmar que no procede de algún otro género cercano que permanece aun desconocido?

He ahí las dificultades con que á cada paso se tropezaría al tratar de determinar la especie á que debe referirse cada uno de los numerosos huesos de mamíferos de los yacimien- tos del Paraná, ya coleccionados. La determinación de las familias seria fácil, pero de los géneros, y particularmente de las especies, sumamente difícil.

Para evitar en parte estas dificultades, y preparar el ca- mino para la determinación de ese gran material he juzgado lo mas acertado continuar estableciendo la lista de las es- pecies allí representadas, sirviéndome para ello de las partes mas caraterísticas, como ser fragmentos de cráneos, pedazos de mandíbulas y muelas, una vez que por esas partes se haya deterniiiiado el mayor número de especies que allí se

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encuentran representadas, será relativamente mas sencillo, distribuir los huesos por órdenes, por familias y emprender luego el ímprobo trabajo de determinación genérica y espe- cífica que permita referir cada una de esas piezas á las espe- cies fundadas sobre las partes mas características menciona- das.

Y aun así la tarea no es tan sencilla. IXo siempre es fácil en medio de un cúmulo de piezas mas ó menos parecidas, reconocer qué muelas de la mandíbula inferior debe cor- responder á una especie fundada sobre muelas superiores, ó \ice-versa, qué muelas superiores corresponden á una espe- cie fundada sobre muelas inferiores, ó qué premolares cor- responden á ciertos verdaderos molares, ó cuál es el tipo de los incisivos que corresponde á dos ó mas especies pare- cidas en lo demás de la dentadura, etc., etc. Estas dificulta- des se presentan á cada paso. No se puede fundar sobre ca- da parte distinta del esqueleto o de la dentadura una espe- cie diferente, pues estas se multiplicarían mucho mas allá de su número real, de modo que luego, á medida que se descu- brieran nuevos materiales seria necesario irlas reuniendo de á dos, de á tres, ó mas en una sola, dejando detrás una lista de nombres y de sinónimos que fueron y son siempre el verda- dero escollo que se opone á los progresos de la clasificación sistemática. >'i tampoco es posible siempre determinar si varias partes distintas que tienen entre ciertas analogías pertenecen realmente á una sola y única especie, ó se refie- ren á (los ó mas especies afines.

En todo caso declaro que en este trabajo me ha guiado des- de el principio hasta el fin el propósito bien determinado de no crear especies nuevas sin motivo bien justificado; que he tratado, tanto cuanto me ha sido posible de referirlos nuevos restos á las especies ya establecidas, y de reunir bajo un mismo nombre las partes distintas y aisladas que me parecía debían referirse á una mima especie, prefiriendo siempre, mas bien que caer en el error de crear especies nominales.

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cometer el error coiitrarij, de reunir bajo un mismo nombre, restos pertenecientes probablemente á especies di^itintas.

Espuesta la norma de conducta que me he impuesto, y \isto las diílcultades que he indicado existen para la deter- minación de los fósiles del Paraná á causa del aislamiento en que se encuentran las piezas de un mismo individuo y déla mezcla en los mismo yacimientos de huesos de especies dis- tintas, no dudo huya incurrido en algunos errores, y que algunos de los restos descriptos bajo un mismo nombre, puedan quizás mas tarde ser reconocidos como pertenecien- tes á especies distintas. Cuando eso suceda, los naturalistas, y especialmente los paleontólogos que no ignoran las dificul- tades ({ue para la determinación ofrecen las piezas encontra- das en tales condiciones, no dudo sabrán mostrarse in- dulgentes disculpándome deesas errores.

Esta tercera memoria sobre los fósiles del Paraná, debe asi considerarse como una especie de introducción al estudio de los mamíferos fósiles de esa localidad, y también de la Pampa, estudio que, disponiendo ahora de mayor tiempo que en estos últimos tres años pienso proseguir con el mayor empeño.

En cuanto á la ilustración de las nuevas especies que de- berla acompafiar estos trabajos aun no puedo ofrecerla: son tanto los materiales que he acumulado, y sucédense estos en tanta abundancia y rapidez, que no me han dejado hasta ahora tiempo disponible para preparar las correspondientes láminas, que tan poco, visto su gran número, aun no habría podido publicar, pues bien conocen mis colegas el elevado costo de tales trabajos y bien saben que tales desembolsos no se hallan siempre al alcance de un simple particular. Sin embargo, pueden contar en mi palabra, que me ocupo activamente en la preparación de las láminas que deben re- presentar las especies fósiles aquí descritas ó que he fundado en trabajos anteriores, y que emprenderé su publicación tan luego como arbitre ios recursos para ello indispensables.

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Es cierto que muchas de las especies de la formación pam- peana que he fundado en distintas publicaciones, no han sido descritas de una manera suficiente como para ser reco- nocidas, porque contaba entonces tener ocasión inmediata de hacer de ellas una descripción completa, sin que, con gran pesar de mi parte, haya podido satisfacer ese deseo. Pero esa deficiencia, será salvada en otra memoria próxima á aparecer: Sobre Los mamíferos nuevos ó poco conocidos de la formación pampeana . Sirva esta declaración en lo que toca á las ilustraciones en general, y á la descripción de ciertas especies en particular, como confirmación de mi dere- cho de autor y de prioridad en la denominación de las men- cionadas especies K

Hechas estas advertencias, que eran necesarias, dado el el tiempo que ya habia transcurrido sin que diera nuevos datos sobre algunas de mis denominaciones específicas, pasaré aho-

■* Las especies á que rae refiero están nombradas, ó mas ó menos des- critas en las publicaciones siguientes: Notas sobre algunos fósiles nue- vos de la formación pampeana. Mercedes, 1875. Nouveaux débris de l'homme et de son industrie, mele's á des ossements d'animaux qualer- naires recueillis prés de Mercedes. En el Journal de Zoolngie, rol. V, pág. 528. París, 1875.— Z-es mammiferes fossiles de l'Ame'rirjue Meri- dionale (en colaboración con el doctor Gervais 1880. Ln antigüedad del hombre en el Plata, vol. I, pág. 6l8 á 625 ; vol. II, pág. 306 y siguientes, 1881. Colecciones de Antropología prehistórica y de paleon- lología de Florentino Ameghino, en el Catálogo de la Sección de la Provincia de Buenos Aires, en la Exposición Continental Sud-Americana 1882. Sobre la necesidad de borrar el género Schisíopleurum y sobre la sinonimia y clasificación de los glyptodontes en general. En Bol.de la Acad. Nac. de Cieñe, vol. V, IH83.— Sobre una colección de mamife- ros fósiles del, piso mesopotdmico de la formación patagónica, recogi- dos en las barrancas del Paraná por el profesor Pedro Scalabrint, ibid. Sobre una nueva colección de mamíferos fósiles recogidos por el profesor Scalabrini en las barrancas del Paraná, ibid. Filogenia, pág. 230 á 231. 1884. Escursiones geológicas y paleontológicas en la Provincia de Buenos Aires, en el Bol. de la Acad. Nac. de Cieñe, t. VI, pág. 197 y siguientes. 1884.

lo- ra á la d'^scripcioii de las partes de la colección del Museo provincial del Paraná, que me parecen por ahora las mas á propósito para completar la lista de las especies que allí se encuentran representadas.

carnívora

URSINA Cyonasua arg'entina, Amegh. gen. y .•fp. n.

Los mamíferos del orden de los carnívoros, parecen haber sido muy escasos durante la época en que prosperaba la fau- na singular que se encuentra enterrada en las capas arenosas calccáreas ó arcillosas de las barrancas del Paraná. En las dos colecciones de mamíferos fósiles de este yacimiento descri- tas anteriormente no habia ningún resto que se pudiera atribuir á un carnicero. Y en la que voy describir ahora, que comprende un número mucho mayor de ejemplares, per- tecientes á roedores, paquidermos y edentados, no hay mas que dos especies del orden de los carnívoros.

Una de ellas está representada por dos fragmentos de man- díbula referibles á un carnicero de pequeñas dimensiones con caracteres que permiten considerarlo como muy cercano délos coatis actuales, aunque bastante distinto para autorizar la creación del nuevo género Cijonasna.

Los restos sobre que fundo este género, son:

r Un pedazo considerable de la mitad izquierda de la mandíbula inferior con la mayor parte de la rama horizontal, en la que se ve un alvéolo correspondiente á la raiz |)oslerior del segundo premolar, los alvéolos del tercer premolar, el cuarto ó último premolar intacto, y los alvéolos de los dos últimos molares.

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Un fragmento de maxilar inferior de otro individuo, igualmente del lado izquierdo, perteneciente á la parte an- terior en el que se ve parte del alvéolo del canino, el alvéolo vacío del primer premolar y los dos premolares siguientes.

Según estos fragmentos, la forma general de la rama hori- zontal de la mandíbula parece ser la misma que en el coatí (iVasua socialis), salvo que es mas robusta en proporción de la talla mayor del animal; la parte anterior parece sin embar- go en proporción del tamaño, algo mas desarrollada.

Las muelas en su disposición general están colocadas del mismo modo que en el coatí, pero se notan algunas diferen- cias de detalle, como la última muela que por la posición del alvéolo parece se acercaba mas al pié de la base de la rama ascendente, los premolares están mas apretados nuos á otros, y el canino se encuentra inmediatamente después del primer premolar, mientras que en la Nasua socialis está separado de él por un diastema bastante pronunciado.

El canino, según parece demostrarlo la parte presente del alvéolo en que estaba implantado, parece haber sido mucho mas fuerte que en el coatí.

El primer premolar parece también haber sido mas fuerte, de forma mas cónica, y según se desprende del alvéolo simple existente, de una sola raíz en vez de dos raíces que tiene el primer premolar del coatí.

El segundo premolar sigue inmediatamente sin ningún es- pacio que lo separe del primero. En el coatí ambos premo- lares están separados por un pequeño diastema. En el Cyona.- sua, este diente es bastante mas fuerte, y con un pequeño rudimento de cíngulo basal que partiendo del borde anterior da vuelta por el costado interno para terminar en la parte posterior interna en un pequeño callo del que parte una arista degalda que termina en la cúspide.

El tercer premolar es también mucho mas fuerte que el del coatí y de la misma forma general que el segundo, á excepción del tubérculo basal póstero-interno que es aquí mas desarro-

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Hado, mas ancho y mas alto, sin presentar trazas de la pe- queña cavidad basal que en este punto tiene la muela cor- respondiente del coatí. Estos dos premolares están muy apretados y colocados mas oblicuamente que en el género Nasua.

El cuarto premolar, no está implantado oblicuamente como los anteriores: es de doble tamaño que el diente correspon- diente del género Nasua, y aunque conserva la misma for- ma general que el de este, se distingue por algunos caracte- res de detalle que los mas importantes son, la ausencia déla pequeña cavidad basal de la parte posterior del mismo diente del XasLia y la ])resencia en el Cyonasua de un fuerte callo basal posterior, dividido arriba en dos tubérculos, uno mas elevado situado en su parte póstero-esterna, y e otro mas bajo situado en la postero-interna. Presenta igual- mente un muy pequeño callo basal ó rudimento de cíngulo en su parte anterior unido a la cúspide por una arista del- gada.

En cuanto á las dos muelas verdaderas del Cyonasua de las que solo existen los alvéolos, puede deducirse por los premolares, que ellas también debianser menos tuberculosas que en Nasua, presentando así toda la dentadura una peque- ña adaptaciou al régimen carnívoro algo mas acentuada que en el género existente.

Las medidas que siguen darán una iJea de las relaciones de tamaño entre ambos animales y permitirán reconocer la especie fósil. i

Cyonasua yasua

argentina socialis

Alto de la mandíbula debajo del primer premolar. . . 0'°017 O^OIS

Alto de la mandíbula debajo del tercer premolar O 017 O 018

Alto de la mandíbula debajo de la parte anterior de

la penúltima muela 0 011 0 013

Alto de la mandíbula debajo de la parte p"osterior

de la última muela 0 017 0 014

Largo de la barra que separa el canino del primer

premolar O 002 O 005

0"0G35

O^OOS

0 003

0 0015

0 005

0 004

0 0065

0 005

0 004

0 003

0 006

0 004

0 007

0 006

0 0045

0 003

0 005

0 005

0 009

0 007

0 006

0 004

0 011

0 006

0 005

0 004

0 008

0 006

0 0035

0 003

0 047

0 036

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Diámetro del alvéolo del primer ^ ántero-posterior.

premolar ^ ( transverso

Altura de la corona del segundo premolar

Diámetro del segundo premo- \ ántero-posterior.

lar ( transverso

Altura de la corona del tercer premolar

r,., . ( ántero-posterior.

Diámetro ' ^

i transverso

Altura de la corona del cuarto premolar

r>- . , ( ántero-posterior.

Diámetro '

r transverso

Diámetro del alvéolo del quinto \ ántero-posterior.

molar i transverso

Diámetro del alvéolo del sesto \ ántero-posterior.

molar ' transverso

Longitud del espacio ocupado por las seis muelas.

La talla de la C¡ionnsua Rrrjentina dehia ser comparable á la de un perro de mediano tamaño.

Arctotheriuin vetustum, AíMegh. xp. n.

Este animal está representado por un fragmento de la par- te posterior de la mandíbula inferior con los dos últimos molares, pieza encontrada por el señor ScALABRiisien Yilla ürcpiiza después de mi salida del Paraná, habiéndomela re- mitido en estos últimos días.

El examen de este fragmento demuestra evidentemente y á primera \ista que se trata de un representante del género Arctotherium üravarü, pero es mas difícil determinar con igual exactitud si se trata de una especie idéntica á las del terreno pamj)eano, ó distinta, pues á mas de ser la pieza bas-

' Al comparar las medidas de este alvéolo, hay que tener presente que las del Cyonasua se refieren á un alvéolo simple y único, y las de la Nasun á un alvéolo doble destinado á recibir las dos raices de ese diente en este género.

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tante incompleta, procede de un individuo muv viejo, de modo que la corona de los molares se lialla muy «j^astada por la masticación habiendo desaparecido con la usura los caracte- res que hubieran permitido establecer una diagnosis exacta.

Sin embargo, razones distintas pueden inducir á conside- rar este animal como distinto de los pampeanos con un número tal de probabilidades, que autorizen la creación de una nueva especie.

En efecto, la época geológica que separa la formación panqjeana, de la parte intermedia de la formación patagónica es tan grande, que se hace difícil admitir haya especies de mamíferos que hayan permanecido invariables durante un espacio de tiempo tan inmenso como el que habriasido nece- sario para que una misma especie se encontrara representada en ambas formaciones.

Sabemos además que la mayor parte de los géneros del piso mesopotámico son distintos de los de la formación pam- peana, y que cuando en las formaciones antiguas se encuen- tran los mismos géneros que en las modernas, un examen atento ha siempre demostrado que las especies eran diferen- tes, ¿Sería el Arctotherium una escepcion esta regla? ¿Habria permanecido invariable mientras que todos los demás mamíferos se modificaban? ¡No es de creer.

Veamos pues, si á pesar de lo incompleto de esta pieza y del desgatamiento de los molares, encontramos algunas par- ticularidades que nos permitan separarla como específicamen- te distinta del Arctotlieríuin bonaeriensis Gerv. del pampeano.

En el ArctotheriuDí bonaeriensis, la última muela es de figura casi circular, con dos diámetros iguales; en el A. ve- tustiim es de dos diámetros bastante diferentes, con una íorma mas prolongada, muy ancha en su parte anterior y mas estrecha en su parte posterior.

La penúltima muela del A. bonaeriensis de figura alar- gada, tiene con muy cortísima diferencia el mismo ancho

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atrás y adelante ; en el A . vetustiirn la misma muela es anclia adelante \ bastante mas antíosta atrás. Estas diferencias son ya bastante notables para hacer creer que no se trata de la misma especie ; pero hay otras todavía mas importantes que confirman las precedentes, y se refieren al tamaño relativo de ambos animales.

El A. bonaeriensis es el carnívoro mas colosal que hasta ahora se conozca, sobrepasando de mucho la talla del LVsu-s spaeleus el mas grande de los carnívoros fósiles y existen- tes del antiguo continente. La penúltima muela inferior de un individuo del A. bonaeinensis que no es de los mas grandes, tiene 35 mm. de lí^rgo y 25 de ancho en su parte anterior. El mismo diente de un Ursus spaeleus tam- bién de mi colección, tiene .31 nnn. de largo y 21 de ancho en su parte anterior. En el A. vetustuní la misma muela que ya he dicho es de un individuo muy >iejo y ha alcanzado por consiguiente su completo desarrollo, solo tiene 26 mm. de largo y 22 de ancho en su parte anterior . Resulta de esto, de una manera evidente, que el A. vetustum es una especie distinta, que diferia del A. bonaeriensis en algunos pequeños detalles de forma que aumentarán probablemente de importancia cuando conozcamos otras partes del esqueleto, y por un tamaño bastante mas pequeño, inferior al del mismo Ursus spaeleus de Europa, aunque algo mas robusto que este en proporción de la talla.

Dimensiones

Espesor de la mandíbula debajo del b ^rde alveolario de la úl- tima muela O^OSfi

Alto de la mandíbula debajo del penúltimo molar O 054

Diámetro ántero-posterior del penúltimo molar O 026

T.., , , 1 en la parte anterior 0 022

Diámetro transverso i , . ^ ^in

( en la parte posterior O Oio

Alto de la corona, ya muy gastada, plana y casi sin esmalte en

la superficie masticatoria O 009

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Diámetro ántero-posterior de la última muela 0'°020

^., . ( en la parte anterior 0 018

Diámetro transverso , , , . ^ ^-, .

( en la parte posterior O 014

La forma ancha de las muelas, el modo de usura, y el es- pesor de la capa de esmalte que las cubre demuestra que el régimeu del auimal era mas herbívoro que carnívoro, y que se alimentaba sin duda de sustancias vegetales bastante duras.

RODENTIA

ERYOMYINA

Meg'amys patag'oniensis, Lacr.

Amegh.. Bol. de la Acad. Nac. de Cieñe, t. V, pág. 258, año 1883

Cuando hice mi anterior descripción de los restos del Megamys ¡jatagoniensis Lauu. tenia á mi vista parte de la mitad de la mandíbula inferior del lado derecho y en peda- zos, por lo que no pude entonces dar medidas exactas de algunas de sus partes, particularmente de la síníisis. Habiendo conseguido después reconstruir casi toda esa parte de la mandíbula, he podido cerciorarme que las medidas que acom- pañé con un punto interrogante, si no son absolutamente exactas, las diferencias son tan pequeñas que no merecen una rectificación.

En lo i nuevos restos de fósiles del Paraná ahora a mi dis- posición, vienen bastantes restos de Megamys Laur. consistentes todos en muelas é incisivos pertenecientes seguramente á varias especies distintas. Entre las diversas muelas aisladas, y masó menos mutiladas, que, por el tama- ño, probablemente pertenecen á esta especie, hay una muela intacta de la mandíbula inferior, que como consta de cinco láminas reunidas, la considero la primera inferior del lado

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izquierdo, que hasta ahora me era desconocida, concordando su tamaño perfectamente con el alvéolo vacío de la primera muela de la mandíbula inferior descrita precedentemente. Las láminas queconstituven la muela están bien delimitadas, las dos últimas completamente separadas por dos láminas de cemento, y las tres anteriores separadas por cemento solo eu la corona y en la parte interna, de modo que las tres se con- funden en una sola pared de esmalte ántero-esterna. Las lámi- nas van auQientando de diámetrí) transverso de la primera que tiene 8 mm. á la cuarta que tiene 17 mm. La segunda lámina es bastante mayor que la primera, y la tercera tiene casi el mismo tamaño que la cuarta. La última lámina ó posterior dis- minuye al contrario considerablemente de tamaño, dejando á descubierto en el lado esterno una faja ó cinta déla cuarta lámina de unos 7 mm. de ancho. La muela presenta cinco co- lumnas en el lado